Hay películas que se disfrutan al momento y se olvidan rápido. Otras sirven para una entretenida discusión los días siguientes. Entonces hay filmes como Anomalisa, la cual, a semanas de haberla visto, sigue pegada en mi consciencia. Que más se podía esperar de Charlie Kaufman, el genio tras los guiones de Eternal Sunshine of the Spotless Mind y Being John Malkovich entre otras.
“Michael Stone” (voz de David Thewlis), es un famoso gurú del servicio al cliente, que llega a Ohio para una conferencia sobre su más reciente libro. Aunque externamente “Michael” es una persona relativamente exitosa, por dentro “Michael” está muriendo lentamente. Es el arquetipo del pobre hombre blanco, hastiado de la vida en que hizo todo lo que se esperaba de él. “Michael” se encuentra tan distante del mundo, que todos a su alrededor –hombres, mujeres, hasta su pequeño hijo- tienen la misma cara y la misma voz monótona (voz de Tom Noonan).
Luego de un frustrado intento por conectar con un viejo amor, “Michael” se dirige a su cuarto cuando escucha algo que no esperaba: una voz distinta. La voz le pertenece a “Lisa” (voz de Jennifer Jason Leigh), una de sus muchas admiradoras que viajo para escuchar su conferencia. Lisa también tiene su propio rostro, y “Michael” no pierde tiempo en convencerla de pasar una velada juntos.
Kaufman codirige junto al maestro titiritero Duke Johnson para crear un mundo al estilo de “stop-motion” que se siente completamente real mientras mantiene la melancolía solitaria de “Michael”. Cada movimiento, cada gesto y acción es manejada por ellos con un propósito de transmitir mil emociones.
Con cualquier otro creativo, Anomalisa sería la historia de un amor encontrado en el lugar menos pensado pero, esto es el universo de Charlie Kaufman, donde los sentimientos se llevan en carne viva, y no hay espacio para la fantasía mediocre que nos vende el resto de Hollywood.
Kaufman es un dios cruel pero justo. Para “Michael”, “Lisa” es su Manic Pixie Dream Girl, esa maravillosa criatura femenina que llega para ayudar los hombres a disfrutar la vida y sus misterios tal como inventó el crítico Nathan Rabin en el 2005. Le toca al guion de Kaufman recordarle a “Michael” –y nosotros- que las mencionadas Pixie Girls son humanas también, son mujeres, y no están para nuestro placer.
Antes que me digan que Kaufman ya hizo eso con Spotless Mind, déjenme aclarar.
“Michael” es el tipo de persona que busca su felicidad en el mundo externo. El piensa que “Lisa” es la clave para una mejor vida, solamente porque tiene algo que el necesita. Inmediatamente se vuelve egoísta, la quiere para él y solo para él, nunca considera lo que “Lisa”, o su familia necesitan. “Michael” esta triste porque nadie le da lo que él quiere. Su auto centrismo nunca es tan obvio como cuando compra un juguete para su pequeño hijo en una tienda para adultos, solo porque se queda fascinado por una muñeca japonesa.
Originalmente Anomalisa fue pensada como un cortometraje, lo que se hace evidente como por el medio del filme cuando se comienza a sentir el paso del tiempo, justo antes que “Michael” encuentra a “Lisa”. De ahí adelante el filme no para de darnos duro en el centro del alma, así que tengan paciencia.
Anomalisa es el tipo de película que mientras mejor la entiendes más te duele. Más te das cuenta lo egoísta, cruel, y narcisista que podemos ser los humanos. Anomalisa es una mirada cruda hacia el interior de cada fantasía de encontrar la felicidad en una pareja, y de las debilidades propias. Y cuando te agarra, no te suelta.
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Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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