Luego de quitarme el sueño con The Ring, una de las mejores películas de horror modernas, estaba deseoso de ver el regreso de Gore Verbinski a ese género con A Cure For Wellness. La carrera del director ha tenido fuertes subidas y bajadas; Pirates of the Caribbean: The Curse of the Black Pearl lo elevó a la cima, mientras que The Lone Ranger lo estrelló.
En A Cure for Wellness, Verbisnky crea una absorbente atmosfera que te mantendrá en el filo de tu asiento tratando de descifrar el misterio.
El problema es que, para antes del final, durante sus larguísimas dos horas 26 minutos, ya lo habrás descifrado pero, de todos modos tendrás que seguir aguantando las innecesarias vueltas que el guion de Justin Haythe (The Lone Ranger) insiste en dar, para confirmarlo.
Es una pena porque A Cure for Wellness es visualmente hermosa, especialmente si te gustan los temas góticos psicológicos. Es como entrar en una pesadilla diseñada por David Cronenberg (Scanners, The Fly) dentro de un mundo ideado por Stanley Kubrick (The Shinning, A Clockwork Orange)… sin la chispa ni ingenio de ninguno.
El joven “Lockhart” (Dane DeHaan) es un ambicioso ejecutivo en ascenso con ojos más grandes que su estómago. Su más reciente triunfo está plagado de trampas que lo convierten en el objetivo de la junta Directiva de su empresa. Pero, “Lockhart” tiene una oportunidad para salir ileso. “Pembroke” (Harry Groener), el CEO de la compañía, está viviendo en un centro de recuperación en Suiza, de donde se niega a regresar ya que ha decidido renunciar a todos los placeres mundanos del mundo consumista que dejó atrás. La Junta necesita que “Pembroke” vuelva para aprobar la unión de su compañía y otra, lo cual convertirá a los ejecutivos de la Junta en millonarios.
“Lockhart” llega al establecimiento, repleto de otros hombres y mujeres, ansiosos de recibir “la cura”. El “Doctor Volmer” (Jason Isaacs) asegura que tanto “Pembroke” como el resto de sus pacientes son libres de irse si lo desean pero, eventualmente “Lockhart” comienza a desenredar el secreto, especialmente cuando se convierte en paciente involuntario del sanatorio. Entre escapar, encontrar a “Pembroke” y entender la incógnita de “Hannah” (Mia Goth), la enigmática hija de “Volme”, A Cure for Wellness nos envuelve en una congoja de realidad versus espejismos.
La primera desventaja de esta película es que ninguno de sus personajes es agradable, empezando por el arrogante “Lockhart”. Es un acto de valor de parte de Verbinski, uno de muchos, ya que lo básico en cualquier historia es tener un héroe a quien apoyar. No toma mucho tiempo para desear que “Lockhart” se fastidie entre aguas y anguilas.
Muchas, muchas anguilas; perdí la cuenta de cuantas escenas con anguilas tiene a Cure for Wellness después de la segunda o tercera escena con ellas.
Cuando llega el tercer acto, hemos pasado por tantas secuencias de tortura, sueños, alucinaciones, y discusiones repetitivas entre personajes, que el impacto de la gran revelación casi no importa, si no fuera por lo apresurado que ocurre.
A Cure for Wellness es un buen intento de traer horror psicológico en un género repleto de asesinos a cuchillos pero, su extensa duración, su vueltas innecesarias, y sus antipáticos personajes detienen lo que pudo ser un nuevo clásico moderno.
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
Comments are closed here.