Si tuviera que describir la primera temporada de The Politician en una frase, sería “la precuela de una mejor serie”. No significa que sea mala pero, luego de los primeros siete episodios, es en el octavo y último se siente que la verdadera intención de Ryan Murphy (Glee, American Horror Story, Pose) se deja ver pero, cuando realmente se pone buena la cosa, nos deja en ascuas.
La primera serie original de Murphy dentro de su monumental acuerdo de $300 millones con Netflix, The Politician es el intento del creativo de rehacer Election como si fuera Wes Anderson. Desafortunadamente, nunca alcanza los niveles de ninguna, y la culpa es mayormente de sus propias malas costumbres.
Por otro lado, sus fans (entre los que me incluyo) encontrarán la chispa cínica, absurdista e hipérbola que lo caracteriza. Sí, me gustó The Politician con todo y sus fallas.
La razón principal son sus actores, especialmente Ben Platt (Pitch Perfect) como el protagonista Payton Hobart, un estudiante de escuela superior obsesionado con ser Presidente de los Estados Unidos. Es su meta desde, según él, los siete años de edad (aunque la serie nunca explica por que). El primer paso de Payton es ganar la presidencia de su clase graduanda, lo que espera le ayude a entrar a Harvard. Para lograrlo, Payton tiene la ayuda de sus dos mejores amigos McAfee (Laura Dreyfus), y James (Theo Germaine), y su novia Alice (Julia Schlaepfer), a quien le falta tener tener escrito “soy una referencia a Hilary Clinton” en su cara. La sutilidad no es el fuerte de Murphy y sus constantes colaboradores Brad Falchuk, e Ian Brennan.
El obstáculo principal es su contrincante River (David Corenswet), el popular y sensible atleta que también es su tutor de mandarín. Como todo lo demás en su vida, Payton mide la importancia de su amistad con River en como le ayude o afecte sus ambiciones. Esto le lleva a buscar formas de ganar electores, y junto a su equipo toman decisiones basados en encuestas, tendencias y gráficas.
The Politician es una sátira social que Murphy describió como “gente rica portándose mal”. A eso le añado “ser verdaderas basuras de personas” pero, seamos honestos: es muy probable que así es en la política real. La estrategia de Payton es nombrar a Infinity (Zoey Deutch) como su candidata a Vice-Presidenta.
¿Por qué Infinity? Se trata de una paciente de cáncer con una sobreprotectora abuela interpretada por la suprema Jessica Lange – frecuente colaboradora de Murphy – que aprovecha todo lo que le puede sacar a su situación, desde comidas hasta viajes gratis a parques de diversiones.
En su esquina River tiene a Astrid (Lucy Boyton), su novia empujándolo a conseguir la presidencia a toda costa.
En cualquier otra historia, Payton hubiera sido el villano a derrotar pero Platt logra humanizarlo, hasta en sus peores momentos, dándole una vulnerabilidad que no siempre se ve en ese tipo de personaje. Payton genuinamente quiere ayudar la gente aunque tenga que tomar terribles decisiones.
La serie está repleta de giros y secretos encima de secretos que corren la historia a buen ritmo. También hay varios sub-tramas como la batalla interna en la familia de Payton, quien fue adoptado por sus padres Georgina y Keaton Hobart, interpretados por Gwyneth Paltrow y Bob Balaban. Paltrow especialmente, hace uno de sus mejores trabajos como una madre bohemia dedicada a Payton, mucho más que a sus hermanos, que bien podrían llamarse “estereotipo 1 y estereotipo 2 de riquillos arrogantes”.
Las producciones de Murphy se dividen en las que rompen en la cultura popular y las que se mantienen entre nicho reducido de seguidores. The Politician se siente como que será de la segunda. Como amante de los procesos políticos me goce ver los momentos en que discuten asuntos de la elección tan serios como si fuera la más importante del mundo pero, dudo que esto sea suficiente para una mayor cantidad de audiencia.
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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