Luego del fiasco post-partido el pasado 31 de octubre, donde varios jugadores del FC Barcelona interrumpieron equivocadamente la rueda de prensa post-partido donde Victor Rodriguez comparecía, intentando asustar a su director técnico Luis Enrique, se ratifica lo que mucha gente dice en secreto pero nadie se atreve a decir a viva voz; Gerard Piqué no tiene galones para capitanear al FC Barcelona.
El pasado 24 de mayo de 2014, cuando el anterior capitán, y pareja de la zaga Blaugrana, Carles Puyol anunció su retiro, muchos comentaron que el joven central sería el relevo natural de Tarzán. Sin embargo, a más de un año de que Puyol haya colgado sus botas, Gerard sigue dejando mucho que desear en sus actuaciones tanto dentro como fuera del terreno de juego.
Futbolísticamente, Gerard sigue padeciendo de ciertos lapsos mentales que muchas veces han costado goles y hasta juegos al Barça. Aunque es tremendo con el balón a sus pies, y buen activo al juego aéreo, su capacidad de toma de decisiones a veces deja mucho que desear. Extradeportivamente el central sigue siendo eje de varios de los líos que la prensa busca explotar para causar mayor controversia. Vale solo recordar episodios como el del encontronazo con el agente de la guardia urbana cuando Piqué cargó verbalmente contra este justo cuando el agente se proponía multar al hermano del jugador por este estar mal estacionado. Esa escena le costó un lío judicial y una multa de 10,500 euros por parte del club.
Para aclarar, nadie duda del compromiso del central para con el Futbol Club Barcelona, simplemente que una responsabilidad tan grande como es llevar la banda de capitán aun le queda grande.
Comparaciones entre Gerard Piqué y otros centrales, como lo fue Carles Puyol, o como lo es Sergio Ramos suelen ser inevitables, con varios Culés gritando que porqué un ‘extraño’ como lo es Javier Mascherano consigue la banda antes que alguien de la casa.
Por una parte, Carles Puyol no se veía haciendo bromas ni dentro ni fuera del terreno. Puyol no se veía gritándole al arbitro, o frente a la cara de los rivales. Carles Puyol siempre buscaba jugar el juego de la manera más limpia posible. Por otro lado, Sergio Ramos, aunque su reputación le precede, se presenta como un jugador muy serio y profesional tanto dentro como fuera del campo.
El que Gerard quiera disfrutar de su juventud, de su status, de los privilegios de ser jugador de uno de los clubs más grandes del mundo no es razón para incriminarle. Gerard está en todo su derecho, e incluso es refrescante ver que jugadores a quienes admiramos son igual de humanos que nosotros. Pero para llenar los zapatos de una de las leyendas, no solo de su equipo, sino del futbol mundial, se necesita a un superhombre, y aun… aun… Gerard Piqué no lo es.
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