La melodía de la “Décima” hizo de obertura al partido de ida entre Real Madrid y Barcelona en el estadio Santiago Bernabéu. Esta mezcla barata de las bandas sonoras de la Misión y la Lista de Schindler, cantadas al unísono por las casi 500 millones personas que se han comprado el CD, y adornadas con un mosaico de 10 trofeos continentales en un partido de liga -posiblemente diseñado por el Pequeño Nicolás- dio casi tanto miedo al rival como una Haka de los All Blacks. Cosas de la parafernalia trasnochada que tanto gusta a la plebe de Chamartín.
Lo que bien empieza no siempre acaba bien. Comenzó el Clásico el Barcelona dominando la posesión e inaugurando rápidamente el marcador por obra de Neymar tras un cambio de banda de Luis Suárez, sorprendente titular tras haber cumplido sus cuatro meses de sanción. Tras el gol Messi no quiso polémicas ni homenajes y perdonó el 2-0 tirando el balón al cuerpo de Casillas en una clara oportunidad.
Se hizo esperar media hora el penalty que cada partido se le señala el equipo blanco, que convirtió Cristiano Ronaldo, acabando con la imbatibilidad de Bravo, e igualando el partido. El encuentro del portugués, otro más para su colección digna del museo de los horrores, fue un auténtico despropósito. Mister Portugal, ‘Miss’ contra los grandes, no pudo siquiera contra un equipo roto en el segundo tiempo y no dio pie con bola salvo desde su punto favorito. Messi jugó mal, Cristiano lo hizo todo mal. Este año, los piperos de la Castellana, van a tener que multiplicar el número de caretas y ofrendas florales.
Tras el intermedio, gol tempranero a la salida de un córner de Pepe, que salto por encima de un Alves nulo en defensa para adelantar al Real Madrid en el marcador. El zaguero canalizó toda su rabia acumulada por no haber partido cabezas en el último año a una celebración de auténtico trastornado. Mi enhorabuena al psiquiatra del Madrid.
A partir de ahí, un Barcelona desfondado físicamente y lanzado con todos al ataque dejó a Bravo prácticamente sin cobertura, lo que aprovechó el Real Madrid para generar buenas ocasiones, que los blancos no supieron finalizar. Sin embargo, el tercero del equipo merengue, incapaz de anotar en posesión llegó tras un fallo defensivo de Iniesta y Mascherano, que le estaban haciendo la cobertura a un Alves que sube siempre sin peligro y allí se queda. El tanto, que finalizó Benzemá con un tiro ajustado al palo, recordó al de Gareth Bale – hoy protusionado en la grada – en la Final de Copa.
Penalty, córner y contragolpe. Las claves del Madrid de Mourinho. Mérito para Isco y Modric brillando en labores defensivas. Mérito para Ancelotti que aguanta el centro del campo pese a la imposición presidencial de un James absolutamente irrelevante durante toda la temporada, al que ya ni sus compañeros le pasan la pelota. El Madrid convirtió su sacrificio en tres puntos que les ponen a uno del todavía líder, el Barcelona.
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