¿Cómo rayos alguien se introduce un celular más el cargador por sus cavidades “íntimas”? La imagen mental es bastante fuerte hasta para los que nos cantamos de liberales. Tal vez tendría mayor validez intentar dilucidar el por qué lo hacen. ¿Qué podría motivar a una persona a enrollar en un condón un teléfono y guardárselo junto a su cargador en las profundidades de su cuerpo?
Hace varias semanas se publicaron en los medios de comunicación fotos y vídeos de confinadas en ropa y posturas provocadoras, consumiendo drogas, utilizando celulares y bailando de forma erótica. Los ojos y oídos de la gente se pusieron en las cárceles del país, especialmente en la prisión de mujeres en Vega Alta. A la gente le gusta la comidilla, el bochinche [por favor, no mencionemos el programa de t.v. favorito] y si el chisme involucra elementos sexuales entre rejas todavía fascina más.
Este escándalo dio pie a que se destapara el guiso de corrupción que inunda las instituciones penales en la isla. Los llamados centros de rehabilitación que prohiben la libertad como método de enseñanza y castigo por incumplir con las normas sociales. Sin embargo, allí están las confinadas con sus celulares dentro de sus vaginas y probablemente con el cargador en el ano. Por más perturbador que pueda parecer la realidad es esa. Las reclusas esconden no sólo sus celulares sino algunas incluso tienen allí almacenadas drogas, las cuales complican más la salud de la llamada “mula”.
Se imaginan, los celulares hasta donde yo sé no son flexibles. Empujarlo dentro del cuerpo tiene que ser difícil, al menos para alguna novata en la cárcel, ¿pero mantenerlo ahí dentro? Sentarse. Dormir. Resistir las necesidades biológicas. Todo por tener la posibilidad de comunicarte al exterior; por oír la libertad.
Escuché a una prisionera haciendo una entrevista radial [Noti-Luz 740AM] con su celular ilegal en vivo desde la cárcel de Vega Alta. No quiero pensar que hizo con su aparato comunicador cuando enganchó. Por favor, no me malinterpreten, no intento ser gracioso, es un hecho. Incluso el Departamento de Corrección tiene un protocolo muy particular para obligar a las presas o presos que utilizan su cuerpo de almacén. Obligan a las reas a pasar al menos 48 horas encerradas en las llamadas “sequitas” o celdas secas. Allí no hay servicios sanitarios; les dan un “pato” para que defequen ahí y entonces registrar las heces. Y claro siempre tienen a una oficial echándoles el ojo 24 horas, viéndolas mientras expulsan el cargador y el celular junto al resto [lo normal].
Por supuesto, no se podía esperar más de Corrección, siempre tan avanzado en la literal ejecución de derechos humanos. Los visuales de las reclusas no sólo contaron la historia de los celulares en sus cuerpos, sino que evidenció la falta de supervisión o peor aún la corrupción que impera. Tras la noticia de los celulares vino la pregunta obligada, ¿cómo consiguen los artículos o las drogas? Si las confinadas no pueden salir y llenar un contrato ilimitado. Los parientes son inspeccionados antes de entrar a la visita. Resta el oficial corrupto que por par de pesos se hace de la vista larga y por unos cuantos billetes más sirve de mensajero. También están aquellos oficiales que incluso montan un part-time.
Según palabras de un oficial de Corrección durante una entrevista radial [Noti-Luz 740AM] los oficiales corruptos venden los celulares a un costo de $300 hasta $1,000. El oficial añadió que las drogas se venden en combo. Sí, como si fuera un fast-food, pero punto. Saquen la cuenta, 4 celulares al mes podrían sumar $2,400 [siendo conservador] si los vende a un promedio de $600, más lo que haga extra con los combos de drogas. . . definitivamente ganará más que con su salario regular.
Por un lado tenemos a unas mujeres restringidas de su libertad cumpliendo una pena, pero el que esté presa no significa que se autocastigará. Si las personas encargadas de vigilar que ella cumpla con su condena no lo hacen, sino que les facilitan la posibilidad de una pena menos tortuosa, pues por qué no. Tontas serían si les dan la oportunidad de obtener lo que perdieron y lo rechazan. La libertad aunque sea a medias aparenta tener un alto precio entre las confinadas, tanto así que recurren a lastimar sus cuerpos para percibir levemente un poco de vida en las afueras de las rejas. Las culpables no son ellas, ya dije tontas serían, los culpables y a los que se debe incriminar son a los corruptos que se aprovechan del encierro de éstas y como buenos comerciantes detectan la enfermedad y les venden la cura.
Escrito por: Xavier Toledo para QiiBO.com
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