“Una imagen vale más que mil palabras.”
De seguro hemos escuchado esta frase miles de veces, sin embargo, cuando trasladamos esto a las adaptaciones de libros a la pantalla grande es otra frase la que solapa a la primera: los libros suelen ser mejores que sus películas.
Sin filosofar en cuál de las dos es menos cierta que la otra, The Hunger Games, para desgracia de los lectores, es de las que aumenta la popular retórica de la segunda.
Esta adaptación dirigida por Gary Ross no es una película fácil de digerir, y me refiero a su trama, pues no siempre vemos a jóvenes “jugando” por su vida. Literalmente.
La trama transcurre en un lugar post-apocalíptico conocido como Panem, el cual reside en las ruinas de lo que ahora conocemos como Estados Unidos. Panem está compuesto por 12 distritos y una metrópolis conocida como El Capitolio. Cada año, los gobernantes y la gente rica del Capitolio celebran lo que ellos llaman, The Hunger Games [Los Juegos del Hambre]: 24 jovencitos, un niño y una niña, de cada distrito, son obligados a participar en este brutal y sangriento juego. Esta herramienta de intimidación y control sirve para mantener el orden y evitar que los distritos se revelen tal como pasó 74 años atrás.
Si poco sabemos de cada distrito en la cinta de Gary Ross, menos sabemos del Capitolio, su gente, y la rebelión que llevó a los insensibles capitalinos a celebrar dichos juegos.
Por el distrito 12 –el más pobre de todo por cierto– tenemos a Katniss Everdeen [Jennifer Lawrence], una ruda y valiente chica de 16 años quien, en un acto de desespero y frustración, se ofrece para ser la tributo de su distrito al ver que su joven e indefensa hermana Primrose Everdeen es escogida originalmente. El muchacho de su distrito que la acompañará en batalla es Peeta Mellark [Josh Hutcherson]. Ellos, al igual que otros 22 jóvenes de los 11 distritos restantes, son separados de sus familias y sus humildes y duras vidas para pasar unos días entrenándose y experimentando la vida del lujoso y extravagante Capitolio. La cual, por cierto, 23 de ellos nunca más disfrutarán.
Una vez pasado el primer acto en The Hunger Games, entramos al exhorbitante Capitolio, en donde nuestros protagonistas se irán conociendo a la vez que sirven de anfitriones en un programa que se transmite en televisión nacional y que alimenta la perversidad que hay detrás de toda esta fanfarria.
El guión, aunque fue adaptado con la ayuda de la propia escritora de los libros, Suzanne Collins, peca de ser uno hecho para los fanáticos de la trilogía escrita. Y es que poco sabemos de los personajes que pasan frente a la pantalla. Éste tiene muchas lagunas que solo los lectores o un audaz espectador podrán llenar. Katniss es una chica muy introvertida, es la jefa en su hogar luego de la muerte de su padre y la total desconexión a la realidad de su madre, a raíz de esto. Al igual que en los libros, Kat es el recurso utilizado para presentarnos una crueldad disfrazada, y la serie de eventos que le ocurren nos mostrarán lo ruda y torpe que puede ser a la vez. Ahora, contrario a los libros, y pese a la encomiable actuación de Jennifer Lawrence, el director no logra una conexión emocional tan marcada entre Kat y el espectador. Al menos para mí, la Katniss de Ross se queda muy corta, muchísimo a la de los libros, pese a los dotes frente a la cámara de Lawrence. Entiendo que esto se debe al enfoque distinto que ambos tuvieron.
De igual forma, lamento no poder comentarles mucho más del resto de los personajes que también son importantes en la historia pero el director tampoco les dedicó tiempo. Me limitaré a decir que todos hicieron muy bien sus partes. Woody Harrelson como Haymitch Abernathy, un abandonado al alcohol que ha sido el único ganador por el distrito 12 y que en esta ocasión tendrá que luchar con su vicio al ver que por primera vez tiene en sus manos la oportunidad de ganar. Lenny Kravitz hace de Cinna el modista de nuestros protagonistas y quien se encariña enormemente con Katniss al sacar el diamante que hay en esa piedra. Stanley Tucci ,quien es el anfitrión del programa, es maravilloso en escena y por último, Elizabeth Banks y Donald Sutherland que nada se conoció de ellos pero hicieron muy bien sus partes. Seguimos.
Es inevitable que hable sobre la realidad detrás en The Hunger Games y la realidad que actualmente vivimos. Tanto en Puerto Rico como en otros países. Si han leído nuestras columnas en QiiBO [Puerto Riico], sabrán a lo que me refiero. En The Hunger Games no hay grises que suavicen las relaciones entre ambas partes y los crueles juegos no son más que la marcada línea que hay que respetar porque no queda otra. Una lucha entre clases sociales, ricos vs pobres –porque la clase media no existe– y en donde los juegos se utilizan como herramienta de control ante los más débiles al igual que el bloqueo comercial y social entre los distritos.
Sin lugar a duda, los libros, por su naturaleza, profundizan más en este aspecto.
Pese a no estar muy contento con la labor del director, The Hunger Games, como un todo, cumple con su prometido. Está bien hecha y es una cinta que se disfruta pese a lo incómodo del tema. Debo mencionar que, como lector, agradezco enormemente el que no terminara siendo una fresa como Twilight –comparación que se hizo en su momento– pero el director se valió de algunos trucos -no de mi agrado por cierto– para suavizar las fuertes escenas y colocar la película bajo una clasificación PG 13.
Vaya a ver The Hunger Games este fin de semana pero tenga muy presente que, pese al fuerte tema que toca, no son sus palabras o lo que se ve lo importante, sino lo que no se dice o se ve.
Founder & Commander-in-Chiief de QiiBO.com. Tras más de una década como publicista decidí seguir mi propio camino profesional. Ahora sigo el consejo de un genio, hago el trabajo que me gusta.
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