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Crítica de Las Super Estrellas de La Lucha Libre - QiiBO
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Crítica de Las Super Estrellas de La Lucha Libre

Les debo una importante nota de trasparencia antes de hablarles de Las Super Estrellas de La Lucha Libre: soy inmensamente fanático de la lucha libre, y especialmente la historia que cuenta este filme puertorriqueño, escrito por Jesús Rivera y Julio Román, dirigido por Transfor Ortiz, porque la viví como audiencia, y la sigo recordando con alto cariño.

Afortunadamente, la película resultó ser tan entretenida, que apenas notarán si estoy siendo demasiado efusivo. O quizás no, yo no adivino.

Las Super Estrellas de La Lucha Libre es un palmetazo al pecho de nostalgia, una rompe cuello de recuerdos, y un lazo vaquero de múltiples emociones, en una mirada agridulce a un segmento de la cultura popular puertorriqueña que, duélale a quien le duela, está profundamente integrada en la personalidad social de nuestro país. Las Super Estrellas me hizo recordar, reír (bastante), y en momentos hasta apretarme el corazón, transportándome a una época de mi vida sin complicaciones, donde la mayor preocupación era saber si mi luchador favorito realmente traicionaría al Ejercito de la Justicia.

Narrada desde la perspectiva de Juan Rivera, mejor conocido como “El Karateca Ninja TNT”, y ahora “Savio Vega”, magistralmente interpretado por Juan Pablo Diaz, Las Super Estrellas de La Lucha Libre presenta el ascenso, triunfo y caída de la Capitol Sports Promotion, una compañía local de lucha libre que, mientras un segmento del país despreciaba como “entretenimiento chatarra”, otro segmento llenaba las canchas y se pegaba a la televisión, pendiente a las historias de héroes contra villanos, y el bien contra el mal.

Pero si “la novela de los hombres” era absurda frente a las cámaras, lo que ocurría detrás de estas sobrepasaba cualquier ángulo que se les pudiera ocurrir, con todo y alambres de púa. El filme captura efectivamente la excentricidad de un negocio que honestamente no tiene sentido, pero tantos disfrutamos de todos modos, e igualmente las complicadas personalidades de quienes lo componen.

Por otro lado, Las Super Estrellas de la Lucha Libre sufre del mal de “quien mucho abarca, poco aprieta”, pues el guion recorre sobre una década de sucesos, aparte de enfocarse en siete figuras principales adicionales a Rivera: Carlos Colon (Jaime Espinal), Víctor Jovica (Edgar Cuevas), El Invader #1 (Carlos Vega), Hugo Savinovich (Luis Ponce) El Profe (Eric Yamil), Chicky Starr (Osvaldo Friger) y El Super Medico #1 (Richard Rondon). Debido a esto, pocos personajes reciben alguna profundidad en su desarrollo, al igual que apenas vemos las maquinaciones internas de la compañía que la llevaron a su derrumbe. Y su mayor problema (adicional a algunas horribles pelucas y barbas) es un débil tercer acto donde ciertas sub-tramas se quedan en el aire, y otras se resuelven atropelladamente, como si en los últimos 10 minutos se acordaron que había que terminar la película.

Otra manera de ver el mismo argumento es que Román y Rivera hicieron un gran trabajo recorriendo una década de historia, consiguiendo capturar efectivamente en Las Super Estrellas de La Lucha Libre la esencia de porque “el deporte de las mil emociones” fue tan popular por tanto tiempo, y cualquier debilidad queda opacada por el espectacular trabajo de su elenco. Adicional a Diaz encarnando a Juan Rivera (tan bien, que en algunos momentos olvidé que no son la misma persona), Luis Ponce como Hugo Savinovich, Osvaldo Friger como Chicky Starr, Guillermo Valedon como “Bruiser” Brody, Eric Yamil como El Profe, y Carlos Vega como El Invader, interpretan sus respectivos personajes con sano balance de cariño y honestidad hacia sus contrapartes reales, recordándonos que todo ser humano es capaz de luces y sombras.

Como fanático de la lucha libre, quede impresionado y agradecido que la humanidad de los personajes tiene prioridad. En manos menos respetuosas, Las Super Estrellas fácilmente pudo ser una burla o caricatura de ese extraño mundo, pero el trabajo compuesto de dirección, guion y elenco cumplió con presentarnos las personas detrás de los personajes, los hombres de familia, los negociantes, los amigos, los compañeros, los seres humanos con victorias y fracasos.

Durante la función privada que asistí a Las Super Estrellas de la Lucha Libre, el público (incluyéndome) aplaudió, rio y celebró la acción en pantalla casi como si estuviéramos en una cartelera, disfrutando las peripecias de gente pretendiendo golpearse y odiarse para nuestro disfrute, recordando grandes momentos, lamentando otros. Una oportunidad perfecta para llevar toda la familia al cine, INMENSAMENTE RECOMENDADA.

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