Un problema que The Witcher venía arrastrando desde su primera temporada era la ridícula cantidad de tramas, sub-tramas y enredos corriendo simultáneamente, con demasiados personajes con poco o ningún carisma, que apenas lograba conectar con la historia principal. La segunda temporada pudo reducir su mal hábito –aparte de suceder en orden cronológico. En la tercera temporada finalmente The Witcher encuentra buen ritmo, estableciendo una línea primaria, con las restantes funcionando de apoyo.
La tercera temporada de The Witcher –al menos los primeros cinco episodios presentados a prensa- reduce la acción pero, aumenta el desarrollo de sus personajes principales, logrando que finalmente se sienta una conexión genuina entre ellos, mas allá de “porque lo dice el guion”. La intriga política es mucho más cómoda de seguir, especialmente ahora que contamos con un nuevo villano principal, el Emperador Ehmyr var Emreis de Nilfgaard, padre biológico de Ciri, decidido a recuperar su hija, con un propósito no establecido claramente.
A cuatro meses de haber salvado a Cirilla de Cintra (Freya Allan) del demonio poseyéndola, Geralt de Rivia (Henry Cavill) y Yennefer de Vengerberg (Anya Chalotra) continúan huyendo a través del Continente, pues la sangre ancestral de Ciri es altamente valiosa para demasiados intereses, tanto políticos, o religiosos, como personales. La relación entre Geralt y Yennefer sigue fría, a pesar del sacrificio de la bruja en la segunda temporada para salvar a Ciri, y que la necesitan para afilar los inmensos poderes de la princesa.
Aunque Ehmyr parece imparable en su conquista de los reinos del norte, la realidad es que no se le hará tan fácil como muchos piensan, especialmente con Redania, uno de los pocos reinos con la aparente capacidad de detener el avance de Nilfgaard. Ahí la bruja Philippa Eilhart (Cassie Clare) y el maestro espía Sigismund Dijkstra (Graham McTavish) mantienen su influencia con el Rey Vizimir (Ed Birch), quien prefiere buscar maneras diplomáticas para lidiar con la amenaza del sur.
Es una pena que esta será la última temporada de Henry Cavill, porque el trio de actores finalmente se siente cómodos en sus respectivos papeles, tanto en momentos individuales como juntos. Cavill también recibe oportunidad de presentar otros ángulos de Geralt aparte de gruñir o mirar molesto el resto del elenco.
Por su lado, Freya Allen interpreta una Cirilla decidida a controlar su propio destino, cansada de ser manipulada por un lado u otro, lista para afrontar los retos necesarios de conseguir un mejor mundo para todas las criaturas en este.
Luego de tanto sufrimiento, Yennefer se convierte en la madre y maestra responsable que quiere ser, dejando atrás sus ambiciones políticas, pero dejando claro su liderato, tanto en la vida de Ciri como en su mundo mágico, más preparada que nunca para conseguir sus metas.
Esto ayuda a que no moleste que haya menos acción, uno de los puntos altos de la serie desde el principio, pues la trama consiguió mantenerme pendiente de los peligros enfrentados por la improbable familia, como una misteriosa figura manipulando los sucesos moviendo la trama hacia adelante.
La tercera temporada de The Witcher es entretenida, con mucho mejor desarrollo para sus protagonistas, y tanto viejas como nuevas amenazas, manteniendo la atención, dejándome pendiente a lo que ocurra en la segunda parte.
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
Comments are closed here.