Hay muchos riesgos en esta vida; escalar una montaña, caer en paracaídas, decirle al “crush” que te gusta. Pero he descubierto que el peligro más grande de la vida es adaptar una serie de anime a actuación en vida, porque los fans de ese género no tienen misericordia. Así que si Netflix lo sigue haciendo, lánzate de ese avión, trepa esa colina, y tírate de pecho con esa persona, porque esta semana estrena Cowboy Bebop.
Comienzo diciendo que no vi el anime cuando estuvo originalmente en televisión, por lo que no tengo ninguna conexión emocional con ella, apenas he visto algunos episodios recientemente para tener una idea de la vibra. Probablemente por esa razón mayormente me encantó Cowboy Bebop; es una elegante opera jazz espacial con mucha acción, y humor; una de esas cosas que te hace sentir “cool” solamente por verla. Quizás resulte muy “pulp noir”, a lo Sin City, para algunos gustos pero yo caí feliz en su seducción.
En un lejano futuro donde la humanidad se ha expandido a otros confines de la galaxia, perseguir criminales entre planetas es un trabajo tan complicado que la mayoría de las misiones son llevadas a cabo por caza-recompensas independientes llamados “vaqueros”. Dos de ellos son Spike Spiegel (John Cho) y Jet Black (Mustafa Shakir), vagando por el cosmos, de objetivo en objetivo, sin rumbo ni estación permanente. Tanto Spike como Jet tienen pasados que prefieren ocultar del otro, pero una misión los obligará destapar viejas heridas y pecados que preferirían olvidar, especialmente cuando se envuelven con un peligroso grupo criminal conocido como “El Sindicato”, mientras se les une Faye Valentine (Daniella Pineda), una irreverente vaquera buscando propias respuestas a su misterioso origen.
Cowboy Bebop aprovecha el carisma de Cho como Spike, y su alta química en escena con los co-protagonistas, el mayor punto a favor de la serie, pues hubiera pasado más tiempo con ellos en misiones, disfrutando su divertida dinámica, peleando entre ellos, combatiendo juntos, escapando de peligros. Los episodios cuando trabajan en equipo definitivamente son los mejores, con los que enfocan en historia individual siendo más pesados, sintiéndose en momentos como tarea, particularmente la segunda mitad de la temporada.
Otro detalle a su favor es la banda sonora, altamente influenciada por jazz instrumental –con algunas excepciones – integrándose tan bien a las secuencias de acción que casi es otro personaje más, y la cinematografía con fantásticos tiros de cámara, aunque un poco más cerrados de lo que esperaría en una historia ocurriendo en el espacio. Esto es una serie que sabe lo que es y no se disculpa por eso, y aunque no todo funciona, respeto que se lanzan sin miedo completamente a lo que quieren hacer.
El gran defecto de Cowboy Bebop es su villano Vicious (Alex Hassell), quien nunca realmente se siente amenazante ni interesante, más bien forzado. Cowboy Bebop extiende los trasfondos de sus personajes principales, pero termina quitando más que añadiendo, pues la crónica del antagonista resulta ser poco interesante, restándole tiempo a lo que realmente quería ver: Spike, Jet y Faye haciendo lo suyo.
De todos modos disfruté Cowboy Bebop de principio a fin, quedándome con ganas de ver lo próximo, pero esto se lo digo mayormente a los que nunca vieron el anime: ¡Galácticamente recomendada!
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
Comments are closed here.