Por primera vez en mi vida me tocó escribir reseña para un concierto aunque técnicamente es la película de un concierto. Mala suerte que me tocé este pero, definitivamente no es culpa del talento frente a la cámara. No escucho la música de Billie Eilish así que me enfocaré hablando de las fortalezas – y deficiencias – de Happier tan Ever: A love Letter to Los Angeles como producción cinemática.
Para ser justo, no es fácil grabar un concierto sin gente, sin la potente energía que da la presencia de miles de personas aclamando el artista, obligado por las restricciones debido a la pandemia del SARS-CoV-2 pero, es ahí donde se demuestra la capacidad creativa para superar las inconveniencias. Para mi sorpresa, Robert Rodríguez entrega una pieza de trabajo que bien pudiera haberla grabado Juancho Rodríguez.
Primero lo bueno; A Love Letter to Los Angeles se grabó en el legendario “Hollywood Bowl”, con algunos buenos momentos usando efectos de luces integrados a la música. En términos del producto musical, Eilish y su gente le metieron duras ganas presentando un producto repleto de amor, añadiendo una orquesta filarmónica dándole un toque etéreo a su música, expandiendo el impacto emocional que ya tiene su sentimental voz. Hay un alucinante intermedio con animación “inspirada” (por no decir otra cosa) en el filme Under the Skin de Jonathan Glazer con la voz de Billie desahogándose sobre el efecto de estos recientes años de su vida. Es una secuencia poderosa, mágica, incomoda, como me gusta el arte.
Entre medio de canciones, hay una sub-trama con una Billie Eilish animada recorriendo lugares importantes para la cantante, crecida en esa ciudad, aunque me quede esperando más sobre su experiencia. En una producción dando tributo a Los Ángeles, fue ver a Billie animada mirando los sitios que más quería sin ninguna real explicación más allá de “aquí fue donde me crie”, resultando en un viaje superficial con poco aporte a la experiencia.
Suena redundante pero Happier tan Ever: A Love Letter to Los Angeles es exclusivamente para los seguidores de Billie y su música, a quienes probablemente no les importe las debilidades cinematográficas de la producción, con poco, casi nada para audiencia externa. Rodriguez graba la mayoría de las escenas tan aburridamente que parecería que puso la cámara encima de un robot roomba, sin que la edición ayude a mejorar. Billie, los músicos y la audiencia merecían algo mejor. Disponible en Disney Plus desde el 3 de septiembre.
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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