A estas alturas uno de los principales inconvenientes de hacer una película de Marvel es construir un mundo que, simultáneamente se sienta único pero parte de lo que el Universo Cinemático ha construido hasta el momento. Así que ver como Shang-Chi lo hace de manera tan genial, no solamente usando mitología de los comics basada en cultura china, sino también dejando entrever que lo pueden hacer precisamente por cuan relegada ha estado la minoría asiática en el desarrollo del UCM, por no decir la industria en total. En palabras más sencillas: siempre ha estado ahí, solo que la han ignorado.
Shang-Chi and the Legend of the Ten Rings es una de las mejores películas de Marvel hasta el momento; explosivo, replete de potente acción rindiendo tributo al maravilloso cine chino, un espectacular elenco –especialmente los de apoyo- fantásticos efectos especiales y mucho humor. Hasta el tercer acto, que recae fuertemente en la formula Marvel de “efectos generados en computadora peleando en el cielo”, logra hacerlo con su propio estilo diferenciándose de las otras veces que lo hemos visto. Shang-Chi establece su propia personalidad de principio a fin.
Shaun (Simu Liu) es un joven en sus tempranos 20 años ganándose la vida estacionando coches junto a Katy (Awkwafina, tan perfecta como siempre), su mejor amiga desde que llegó a los Estados Unidos. Shaun y Katy disfrutan su juventud sin mucha prisa ni preocupación por el futuro, corriendo carros ajenos, cantando karaoke hasta largas horas de la noche. Pero cuando unos extraños los atacan en un bus, Shaun revela ser un gran peleador marcial capaz de derrotar varios enemigos a la vez. Resulta que su verdadero nombre es Shang-Chi, hijo de Xu Wenwu (el gran Tony Leung), el verdadero líder del grupo secreto Los Diez Anillos, que llevan su nombre basados en los anillos que Wenwu carga consigo, dándole gran poder e inmortalidad.
Wenwu es una revisión de “El Mandarín”, personaje de los comics basado en el ofensivo estereotipo “fu manchu” de antes, tradicionalmente oponente de Iron Man, ahora desarrollado de manera más compleja. Por más de mil años Wenwu conquistó imperio tras imperio, hasta conocer a Li (Fala Chen) de quien se enamoró lo suficiente para renunciar a su vida, y comenzar una familia. Pero los pecados del pasado regresaron para cobrar cuentas, llevándolo de vuelta a sus malas costumbre, y ahora exigiendo que Shang-Chi y su hermana Xialing (Meng’er Zhang) regresen al nido para unirse a su ejército. Uno de los mejores actores vivos hoy día, Leung interpreta a Wenwu con una humanidad rara vez vista en villanos del género; esposo devoto, padre amoroso pero completamente decidido a conseguir lo que quiere, sin importar lo que tenga que hacer. O a quien destruir.
De hecho, uno de los defectos de Shang-Chi es precisamente que Liu no es lo suficientemente carismático para mantener presencia junto al resto de su elenco, incluyendo la legendaria Michelle Yeoh. En un filme con Leung, Yehoh y Awkwafina, Liu es lo menos interesante para estar pendiente. Afortunadamente el director Destin Daniel Cretton sabe manejar las fortalezas y debilidades de Liu como protagonista, manteniéndolo heroicamente al frente.
Aunque las escenas de pelea en Shang-Chi and the Legend of the Ten Rings nunca llegan al nivel de su contraparte cinemático de China, logran distinguirse del resto del MCU para darle a este filme su propia personalidad sin necesidad de estar atado a lo que ya hemos visto –fuera de una que otra referencia, y las ya requeridas escenas en los créditos (hay dos, una rápida y otra cuando acaban). Shang-Chi me encantó de principio a fin; acción, humor, y fantasía, lanzándose completamente de pecho; esto es una película basada en comics con toda la magia que eso implica, sin miedo. ¡Heroicamente recomendada!
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
Comments are closed here.