Ella fue mi primer crush. Probablemente el de casi todos de mi edad. Ella me enseñó que las princesas pueden ser tan fuertes como los piratas, soldados, y rebeldes. ¡Qué rayos!, ella era líder de los rebeldes. Cuando escuche por primera vez que las mujeres pueden ser heroicas igual que los hombres, ya yo lo sabía, porque había crecido con Carrie Fisher.
Fui de esos niños que prefería la sala de su casa en vez del patio. Mi mundo era la guerra contra el imperio, mis amigos los rebeldes. Más de una vez me imaginé estar junto a Luke, Han y Leia combatiendo los Stormtroopers, salvando la galaxia. Haciendo cosas tan heroicas que conquistaría la hermosa princesa de mis sueños.
Luego me enteré de sus problemas. Con el fin de la niñez llega la vida real, enfrentar la verdad detrás de las cámaras. Habrán muchos que hablaran sobre sus problemas, prefiero enfocarme en lo que amaba.
Tampoco es que quiera ignorar la realidad, después de todo ella misma no lo hizo. Carrie tuvo problemas de adicción, y fue diagnosticada con desorden bipolar. De ambas cosas se confesó, y se burló, convirtiendo sus debilidades en fortalezas, otra gran lección de vida.
Y aun no conforme con todo eso, se convirtió en una poderosa voz a favor de la salud mental, de normalizarla y aceptarla.
No hay forma de describir el inmenso impacto de Fisher en la cultura popular con su poderosa interpretación de la líder rebelde. Mientras en el 2016 todavía se discute sobre como añadir personajes femeninos en películas, en el 1977 ya ella había mostrado como se hace. Su princesa era peleona, astuta, decidida, inteligente, valiente y terca. Leia marcó el estándar bajo el cual se miden todas las demás.
En las películas de Star Wars, Leia Organa nunca usó La Fuerza. No le hizo falta porque ella tenía la suya propia.
Pero Carrie también tenía mucho más que ofrecer que donas de pelo; eventualmente escribió exitosos libros, un especial de teatro en HBO, y hasta se convirtió en una solicitada “Doctora de guiones” pues, durante los noventas, mejoró libretos de varios populares filmes como Hook, Lethal Weapon 3, Sister Act y otros.
La muerte se la llevó antes de tiempo pero, Carrie Fisher siendo Carrie Fisher, ya estaba lista para recibirla, habiendo escrito su propio obituario en su libro Wishful Drinking, donde explicaba que George Lucas le prohibió usar ropa interior mientras grababa Star Wars, pues en el espacio el cuerpo humano se extendía y podía quedar ahogado por pantis y sostenes.
“No importa cómo me vaya, quiero que reporten que morí ahogada en luz de luna, estrangulada por mi propio sostén”.
Obviamente, su sentido del humor. Con brillo en el pelo, su amado perro Gary, un chiste en los labios, y el dedo del medio siempre listo para salir a la menor provocación, Carrie conquistó nuevas generaciones, ansiosas de conocer su heróica princesa, ahora general.
Adiós Princesa, mi primera novia, amiga de la niñez (cuando no tenía amigos reales), mi gran héroe. Gracias por todo.
Carrie Fisher, 60 años, actriz, escritora, guionista, activista y rebelde. Le sobreviven su madre Debbie, sus hermanas, su hija Billie, y su hijo perruno Gary.
Murió ahogada en luz de luna, estrangulada por su propio sostén.
Carrie Fisher wasn’t a badass because she played Princess Leia, Leia was a badass because she was played by Carrie Fisher. pic.twitter.com/T8aRdeo36U
— Sean Doolittle (@whatwouldDOOdo) December 27, 2016
Thanks, @carrieffisher for teaching me that girls like us can be princesses, generals, or whatever we want to be. #RIPCarrie pic.twitter.com/VHuKIW5ymV
— Lilly (@saccharinesylph) December 27, 2016
Princess Leia told me I could lead a rebellion. Carrie Fisher told me I didn’t have to be perfect. pic.twitter.com/EA3XmKOcPE
— Shyama R (@MedievalPhDemon) December 27, 2016
honor carrie fisher:
– normalize mental illness and its treatment
– take life a little less seriously
– destroy a fascist regime— Isaiah Breen (@isikbreen) December 27, 2016
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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