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Crítica – The Last Colony: un espejo a nuestro absurdo - QiiBO
Crítica – The Last Colony: un espejo a nuestro absurdo - QiiBO QiiBO

Crítica – The Last Colony: un espejo a nuestro absurdo

Hace unos 12 años, me tocó presentarme durante el “basic training” al grupo que estaría tomando el curso conmigo y mencione que Puerto Rico era parte de Estados Unidos. Lo quise hacer pues en el grupo había reclutas de países latinoamericanos y me pareció adecuado hacer la distinción. Cuando terminé, la “Drill Sargeant” decidió aclarar que no éramos parte sino un “territorio no incorporado”. Junto a la humillación, estaba mi sorpresa pues desconocía ese dato. La Sargento no lo especificó para hacerme sentir mal, solo quiso aclarar un hecho que, nos guste o no, es la realidad jurídica de nuestro país.

Al igual que esa tremenda Sargento, una excelente maestra y mentora por cierto, The Last Colony no pretende pasar juicio sobre nuestra situación de estatus, solamente explicarla.

En el 2012 el gobierno de Luis Fortuño decidió celebrar el más reciente plebiscito de estado que trataría de establecer, de una vez por todas, si queríamos mantener el Estado Libre Asociado y cual otra opción preferíamos. Entre las controversias  que causó, antes, durante y después, el cineasta puertorriqueño Juan Agustín Márquez, viajó a Puerto Rico y Washington DC para entrevistar diversas figuras políticas e historiadores sobre la relación histórica entre Puerto Rico y Estados Unidos, el estatus actual, las opciones que ofrecía la papeleta del plebiscito: estadidad, independencia o Libre Asociación. El documental le da espacio para que los partidarios de cada una expliquen de que se trata y porque es la mejor para el país.

Llevo días tratando de buscar una manera bonita de decir que The Last Colony es no apta para fotutos. Supongo que fallé.

juan agustin

Juan Agustín Márquez

Agustín Márquez divide el documental en varias partes. La primera se enfoca en la historia a grandes trazos de cómo llegamos a donde estamos. Si explicar nuestra historia en un solo libro no es fácil, mucho menos en 20 minutos pero, el documental logra acomodar una buena cantidad de datos en ese tiempo que da sentido al porqué de la situación actual. Luego llega el momento en que habla del plebiscito y las opciones, el resultado y nos deja con los líderes de partidos discutiendo estos con el ahora famoso comité sobre el estatus. Hay que mencionar que, aunque el documental menciona los otros territorios en situaciones parecidas, el enfoque es Puerto Rico, nuestra historia y el plebiscito el 2012.

Seamos honestos, estamos acostumbrados a escuchar y ver gente discutiendo acaloradamente por radio, televisión o internet sobre estos o cualquier otro tema, que ver gente hablando sobre el tema en una forma pausada, clara y organizada se siente raro. Aquí no hay muñecas de foam ni personajes de programas al medio día, sensacionalistas y conflictivos, hambrientos de audiencia. Se nota el esfuerzo de Agustín Márquezpor hacer de The Last Colony una conversación sobre un tema que nos ha afectado, nos afecta y nos seguirá afectando hasta que se resuelva de una vez.

El problema es que no estoy seguro que la audiencia puertorriqueña pueda soportar ese ritmo. Una de las partes más impactantes del documental somos nosotros en el día de elecciones: caravanas, bocinas, música a todo volumen, gritos, plena, baile, más ruido, más gritos, más carros, más bocinas, consignas, himnos, canciones. El mismo documental menciona como se ha dicho que la política es nuestro deporte nacional, y luego de observarnos en esos momentos, no hay forma de negarlo. Nos encanta el revolú. Nos encanta ver gente pelándose por el tema. Así somos. No se molesten en decirme que estoy generalizando, yo lo sé pero, la verdad es que así somos.

Honestamente, a veces pienso que en el fondo no queremos resolver el problema solo para poder seguir peleando toda la vida.

Angel Collazo

Angel Collazo

El único momento en que sentí la opinión del director es cuando menciona la forma en que estaba diseñada la papeleta, y como estuve de acuerdo con él, no me sacó del ritmo. Por lo demás, The Last Colony es limpia, objetiva, organizada, una conversación inteligente, general y calmada sobre nuestro estatus político. Por supuesto que muchos datos se quedaron afuera, posiblemente en el cuarto de edición, pero la realidad es que para poder captar todo lo que implica Puerto Rico y su situación política necesitaríamos al menos dos temporadas a lo Game of Thrones. Sé que no tiene sentido, solo quería mencionar Game of Thrones.

Estoy bien seguro (o mejor dicho, espero) que The Last Colony se convertirá rápidamente en material requerido en clases de escuelas y universidades, una necesaria herramienta para aprender, estudiar y conocer mejor nuestra historia y nuestra situación actual con respecto al estatus político. Y quizás algún día, en un futuro lejano, se convierta en una de esas películas del siglo 20 que ahora vemos y nos decimos a nosotros mismos “¿en que estábamos pensando? ¿Cómo dejamos que eso pasara?” Inmensamente recomendada.

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