Llevar una historia tan conocida al cine no puede ser fácil, y se nota que Ridley Scott hizo un tremendo esfuerzo con Exodus: Gods and Kings. Y aunque en la parte técnica y audiovisual Exodus es una imponente experiencia, es en el libreto donde pudo haber un poco más de amor. Como quiera, Exodus: Gods and Kings fue un tremendo rato en el cine.
En lugar de comenzar con el origen, Exodus empieza con Moisés (Christian Bale) y Ramses (Joel Edgerton) ya adultos. Tal y como conocemos del relato bíblico, Moisés goza del favor del faraón Seti (John Turturro), sabe que nunca podrá sucederlo pues no es su hijo natural sino adoptado. Ramsés aprecia aunque resiente a su hermano de crianza, especialmente luego de que este le salvara la vida a vista de todos. Cuando Ramsés asciende a faraón, un corrupto gobernador revela que Moisés es en realidad hebreo, al igual que los esclavos que llevan cuatrocientos años construyendo las obras egipcias. Peor aún, resulta que podría ser el libertador profetizado, el mismo por el cual asesinaron todos esos niños décadas atrás.
Con Exodus, en vez de ser otra adaptación más, Scott nos trae una interpretación que presenta la humanidad en su historia y personajes en lugar de simplemente exaltar figuras. Más Noah de Darren Aronofsky que The 10 Commandments, Exodus: Gods and Kings nos presenta a Moisés como un hombre lleno de conflictos, tanto externos como internos que tiene que encontrar cómo lidiar con las difíciles situaciones que se le presentan. Al igual que con Noah, es posible que puristas literarios se molesten con los cambios que Exodus hace a la historia bíblica pues, en lugar de otra versión de “Prince of Egypt”, Exodus presenta a Moisés como una figura guerrillera con signos de posible esquizofrenia y paranoia.
Sin olvidar que este filme presenta las consecuencias de las plagas en forma bien cruda; es fácil leer sobre la muerte de los primogénitos egipcios en una página, no es tan fácil ver a un padre con el cadáver de su hijo en las manos, reclamándole a Moisés por explicaciones que el mismo no sabe dar.
La mejor parte de Exodus es, sin duda, Bale como Moises, especialmente cuando decide aceptar la misión de ser un caudillo libertador. El filme presenta como trata de usar su conocimiento de estratega militar para preparar su pueblo, y sus conflictos constantes con su Dios sobre la mejor forma de liberar a sus hermanos hebreos. Desafortunadamente, Bale es el único que goza de un personaje bien desarrollado; aunque Joel Edgerton como Ramsés trata, solo tiene dos versiones: mirada desafiante a la cámara, o amorosa a su hijo. Ben Kingsley apenas tiene algunas líneas de exposición, Sigourney Weaver y Aaron Paul aún menos.
En lugar de una voz retumbante en el cielo, Scott presenta a Dios como un niño pre-adolescente, luego de que Moisés se golpeara la cabeza mientras pastorea. Quizás sea un comentario del director hacia el Dios “abrahámnico” tan temperamental del viejo testamento pero, en más de un momento vemos otros personajes mirando a Moisés hablando solo. De igual forma, vemos como Exodus presenta las 10 plagas con explicaciones más o menos científicas. Digo trata porque, eventualmente el filme se rinde hacia el espectáculo visual y Moisés termina en segundo lugar detrás de los efectos especiales, un gran fallo que, sospecho, es más culpa de la edición que del director. No me sorprendería que veamos un “director’s cut” de esta película en el futuro.
Exodus: Gods and Kings funciona mejor cuando se enfoca en sus personajes, especialmente Bale y Edgerton. Lamentablemente, se convierte en otro festival de CGI hacia el final, y con un enfrentamiento entre Ramsés y Moisés que más que emoción me dio risa. Aun así, me gustó mucho el ángulo humano con el que Scott manejó la historia, y la cinematografía de Dariusz Wolski, la banda sonora y el sonido hacen que esta cinta merezca verse en la pantalla grande. ¡Bíblicamente recomendada!
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Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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