Hace dos meses tuvimos la sorpresa de que Cloverfield tendría una segunda parte. Después nos dijeron que no era una secuela, sino un “pariente de sangre” (lo que sea que eso signifique). A punto de llegar la película, nos aclararon que el nombre “Cloverfield” se refería más bien a una marca, un tipo de historia, y que no deberíamos estar pendiente a conexiones con el genial filme del 2008.
Menciono eso primero porque, luego de varias conversaciones con gente que vio la película al mismo tiempo que yo, llegue a la conclusión de que es urgente que entren a ver 10 Cloverfield Lane sabiendo que no está directamente relacionada a los eventos de Cloverfield.
Habiendo sacado eso del medio, hacía tiempo que no veía una película que me tuviera en tanta tensión, si hubiera podido, me probaba la presión. La vi con una sala repleta que estuvo en silencio casi completo durante todo el filme.
“Michelle” (una fantástica Mary Elizabeth Winstead) acaba de romper relación con su prometido, cuando sufre un accidente automovilístico. “Michelle” despierta dentro de un cuarto sin ventanas. Dicho cuarto es parte de un refugio subterráneo construido y manejado por “Howard” (John Goodman en una de las mejores actuaciones de su carrera), quien le asegura que ellos, junto a “Emmet” (John Gallager Jr.), son los únicos sobrevivientes de un alegado ataque global que ha destruido la humanidad.
Lo más difícil de escribir esta reseña es por dónde empezar. No sé si hablarle de los significados de la historia como tal, o lo fantástico que fue ver el desarrollo, o cuan nervioso me siento aun con el trabajo de John Goodman.
Este señor mide seis pies y posiblemente pesa más de 200 libras pero es no es lo que lo hace tan inquietante. Desde el primer momento en que lo escuchamos, sabemos que algo está mal. Este tipo no es normal. Podría ser el tono de voz, la forma incomoda en que mira a “Michelle”, su actitud hacia “Emmett”, o la seguridad con la que te dice que todos tus seres queridos están muertos. Quizás sea la naturalidad con la que Goodman lo interpreta; no me había sentido tan incómodo con una persona desde la primera vez que vi a “Norman Bates” (Anthony Perkins) en la Psycho original.
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Pero la protagonista es “Michelle”, y Winstead está en el tope de su juego con este personaje. Mientras más pienso en 10 Cloverfield Lane, más me convenzo que es una metáfora de la humanidad misma, específicamente la importancia de adaptarse, lo cual es el centro de la selección natural.
Luego de un roce con la muerte, Michelle “renace” en una situación de la que, aparentemente, no puede salir. El intenso guion de Josh Campbell y Matthew Stuecken nos lleva a través del camino de “Michelle” adaptándose a su nueva situación, aprendiendo lo necesario para sobrevivir, desde –literalmente- arrastrarse para lidiar con una emergencia, hasta resurgir, tanto emocional como físicamente, para luego resolver una situación de vida o muerte con lo aprendido.
Complementando el excelente trabajo de su elenco, está la mano firme del director novato Dan Trachtenberg, quien utiliza tiros de cámara intensificando la claustrofobia, el terror, la desconfianza, y la desesperación, todo envuelto en la perturbadora banda sonora de Bear McCreary.
Mucho escucharan sobre la “controvertida” decisión de asociarla al nombre “Cloverfield”, los cambios en el guion original, o sus últimos 20 minutos pero, lo verdaderamente importante es saber si vale la pena ir a verla en el cine, y en eso le doy un sonoro “sí”. Monstruosamente recomendada.
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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