Una de las peores frases que existen en el mundo del cine es “basado en hechos reales”. Por culpa de ella, hay generaciones pensando que The Amityville Horror o The Texas Chainsaw Masacre realmente sucedieron (por supuesto que no). Por eso entre a ver Escobar: Paradise Lost con escepticismo porque se trata de una crónica de la que todos hemos escuchado en algún momento. Así que saquemos esto del medio: aunque tiene trazos históricos, lo que presenta no sucedió realmente.
Josh Hutcherson (“Peeta” en The Hunger Games) interpreta a “Nick” un surfer canadiense que viaja a Colombia con su hermano y su novia buscando una vida relajada en el paraíso suramericano. De todas las hermosas e inteligentes mujeres que viven en ese gran país, “Nick” se enamora de “Maria” (Claudia Traisac), quien resulta ser sobrina del senador “Pablo Escobar” (Benicio del Toro) justo en la cúspide de su poder económico y social.
El filme usa la técnica de The Last King of Scotland al presentar un personaje ficticio envolviéndose con una figura real. Lamentablemente, ni las actuaciones (con la excepción de Benicio), el guion o la dirección resultan ser tan efectivas.
No quiere decir que no tenga sus buenos momentos o que no haya sido un buen intento. Lo mejor del filme es Del Toro y su fantástica interpretación de Escobar. Stefano supo reconocer lo que tenía en las manos, tanto con el personaje como el actor, por lo que el filme funciona cuando está en pantalla y sufre cuando no. Peor aún, aunque su nombre está en el título, es lo menos que presenta. El Escobar de Del Toro es un tipo que nunca sube su voz pero deja claro el peligro que representa. La primera vez que lo vemos, llama a su madre para rezar pues se entregará a las autoridades.
Detrás de la abundante barba, Del Toro usa cada inflexión de su rostro y su voz para expresar el monstruo que Escobar realmente era detrás de la figura paternal que aparentaba. El tipo que lo mismo jugaba con niños en la piscina, ordenaba ejecutar extraños, amigos y hasta familia con tal de mantener su poder.
El problema es que el verdadero protagonista es “Nick” y aunque no tengo nada en contra de Hiutcherson, la cruda realidad es que no tiene la suficiente presencia para cargar con un filme entero. Tampoco ayuda a que el director no mantiene un buen ritmo entre escenas de drama y exposición. Una de los momentos más intensos del filme me causó risa, lo que estoy seguro no era la intención.
El tercer acto cambia el tono a un thriller de persecución que raya entre lo tenso y lo inverosímil culminando en una escena tan absurdamente cliché que de nuevo me provoco más risa que consternación.
Cuando funciona, Escobar: Paradise Lost lo hace muy bien, especialmente los momentos de Benicio, me hubiera gustado verlo interpretando al criminal en las manos de otro director más experimentado con un mejor guion que se enfocara en este en lugar del canadiense más bruto de la historia.
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Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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