Cuando “300” estrenó en el 2006, trajo una nueva forma de hacer y ver cine, donde el realismo mágico, ricas paletas de colores tierra, sangre y piel se combinaban contra todo sentido a frases contagiosas y cuerpos perfectamente musculosos sumados a una locura de sonidos, hermosa cinematografía y violencia. Claro, sin mencionar que nos restregaba en la cara lo fuera de forma física que estamos algunos. Ahora, 300: Rise of an Empire nos trae una continuación (más o menos) que, irónicamente, es otra más de las muchísimas copias que surgieron de la original aunque en esta ocasión es una buena. Muy buena.
¿Cómo podemos clasificar 300: Rise of an Empire, ¿secuela? ¿Precuela? Me tuve que inventar una palabra nueva (un disparate) para describirla: 300: Rise of an Empire es una “pre-durante-cuela” (no me culpen, se los dije. Es un disparate) pues la mayoría del tiempo ocurre paralelo a la historia de Leónidas y sus valientes 300 pero, también nos cuenta el origen del conflicto y algunos de sus personajes, para terminar mostrando lo que sucedió después de la “muerte hermosa” de los espartanos.
Comenzando segundos después de la primera, con una delirante escena que al mismo tiempo es un triste recordatorio de su final, 300: Rise of an Empire nos cuenta la historia de la invasión Persa a Grecia desde el punto de vista de “Themistocles” (Sullivan Stapleton), un héroe de guerra que intenta infructuosamente unir toda Grecia para enfrentarse a “Xerxes” (Rodrigo Santoro) y su gigantesco ejército. Al no contar con el apoyo de los espartanos, Themistocles decide montar su propio ataque suicida contra el poderío marítimo persa para defender su amada y democrática Atenas.
Lo mejor que tiene este filme tiene nombre y apellido: Eva Green como la poderosa y sensual “Artemisia”, la almirante de la flota naval de Xerxes. Green es mucho mejor actriz de lo que le dan crédito y aquí decidió disfrutar cada segundo y línea de dialogo para establecer su sublime personaje; una exquisita mezcla de “Catwoman” con “Morticia Adams” que destila autoridad, poder y fuerza con cada mirada y movimiento. Xerxes será el “dios-rey” pero, Artemisia es el poder detrás y frente del trono. Es más, ella es el verdadero trono. Pocos actores lo pueden hacer y Eva es uno de esas que transmite cualquier emoción con sus ojos. Me atrevo a predecir que su Artemisia tendrá el nivel de devoción a villanos que disfrutan “Loki” y el “Joker” de Heath Ledger en la cultura popular…sí, a ese nivel.
El resto de esta película funciona muy bien aunque en ningún momento deje de pensar en su predecesora. Sin Gerard Butler ni Michael Fassbender, le toca a Lena Headey como la Reina Gorgo representar a los espartanos, lo cual le cae a la medida. Debajo de la definición de “bad-ass” en el diccionario debe estar la cara de Headey y lo demuestra desde su primera línea de dialogo en escena, pues también es la narradora.
300: Rise of An Empire es dirigida por Noam Murro y, siendo, en esta ocasión, Zack Snyder productor y libretista junto a Frank Miller y Kurt Johnstad. Desafortunadamente para Murro, predomina el estilo que Snyder estableció en 300 y es muy poco lo que se pueda discernir del suyo propio. Más que un director, Murro fue el encargado de hacer las cosas como Snyder las hubiera hecho, aunque, para ser justo, las escenas de dialogo y drama se sienten mejor organizadas que en su antecesora. La cinematografía de Simon Duggan resulta excelente, pues al igual que el director, fue cuestión de mover el estilo de 300 al mar. Eso no es una crítica negativa; las escenas de batalla en el mar son emocionantes, para pelos y, en buen puertorriqueño, “pompeadoras”. Después de Eva Green, son lo mejor del filme.
Si lo que estas esperando leer es si tiene esas famosas escenas de acción exagerada, puedes estar tranquilo, aunque las sentí más reducida en esta ocasión, 300: Rise of an Empire contiene violencia, cantos humanos volando por los aires, poderosos guerreros derrochando testosterona a millón, explosiones de sangre y mucho (muchísimo) “slow motion” que intentan reproducir en pantalla las escenas sacadas de la novela gráfica en la que se basa, tal como hizo 300 en sus días. Lo único que faltó son las frases contagiosas; Gerard Butler no habrá hecho mucho con su carrera pero, aquí hizo falta un enorme gritando a todo pulmón: “Spartans: Tonight, we dine in hell!”
Por su lado, Sullivan Stapleton es un buen héroe y protagonista, aunque su Themistocles es un guerrero mucho menos intenso e inspirador que Leónidas. También resulta más astuto, estratégico y práctico. El vestuario es casi idéntico pero, su personalidad y motivación es el amor a este nuevo invento griego, “la democracia” y la libertad de sus compatriotas (curiosamente, el filme no menciona que los griegos tenían esclavos). Su principal meta no es lograr la “hermosa muerte” que tanto anhelaban los espartanos , sino unir a toda Grecia contra la invasión persa y, al no conseguirlo, demuestra que su estatus como caudillo de guerra es bien ganado al derrotar los comandantes de Artemisia con mucho menos hombres, naves y recursos, lo cual le gana la admiración de esta.
En resumen, 300: Rise of an Empire es una excelente secuela que no sobrepasa su antecesora pero, se establece con buen ritmo, tremendas escenas de batalla y buenos personajes. Nuevamente, la mejor y más importante razón para verla es disfrutar del fantástico trabajo de Eva Green como Artemisia seguido por sus impresionantes visuales y edición de sonido. Esta es una película para ver en el cine, con pantalla gigante y el volumen a todo poder. ¡Súper, mega, espartanamente recomendada!
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Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
1 Comment
La acabo de ver y me gustó bastante, aunque el director no es el mismo, Noam Murro hizo un excelente trabajo, ya que respetó muchos aspectos del estilo de Zack Snyder, así también creo que éste respeto mucho la historia de la novela escrita por Frank Miller, que por cierto es un excelente escritor.